Desde hace unos años y durante las
primeras semanas de agosto, tanto el centro como todo el casco histórico
de la ciudad se llenan de colores entre notas de verdiales y vino fino
bajo los toldos gigantes que protegen a malagueños y forasteros del
severo sol veraniego. Es la original versión diurna de una feria que
continua durante toda la noche en el Real y que ha ganado numerosos
adeptos desde sus aún recientes comienzos.